El mareo va a más.
No quieres que nadie piense que eres un borracho en el día que te van a nombrar el mejor copywriter del mundo.
Y menos ante esa audiencia.
.
.
Te escabulles de la fiesta para tomar el aire y sales a un pequeño balcón sin que nadie te vea.
Aun queda mucho para tu gran momento.
Tienes tiempo de sobra de refrescarte, repasar tus palabras de agradecimiento y volver.
Pensaste en empezar con un chiste.
Pero que idiota!
Debes empezar con una historia.
Sorprenderlos.
Y demostrar el método que te ha traído hasta donde estás.
.
.
Notas la garganta seca.
.
.
Bebes un poco de agua y el aire frío de la noche empieza a hacer efecto.
.
.
.
Respiras.
Son tus 5 minutos de calma antes de la gloria.
.
.
.
No hay prisa.
.
.
.
Cuando te recuperas intentas volver al interior de la casa.
Es entonces cuando te das cuenta de que la puerta está cerrada.
.
.
Estos idiotas te han dejado fuera y ni se han dado cuenta.
Verás el chasco cuando te nombren y no aparezcas.
.
.
Quieres llamar la atención de los que estaban dentro.
Y entonces los ves.
Los invitados están en el suelo.
.
.
Algo no va bien.
.
.
Es más, algo va realmente mal.
.
.
Esquivando cuerpos inermes unas sombras caminan entre ellos.
Parecen personas, pero son muy altos.
Y hay algo en sus caras que te desconcierta.
.
.
.
Aunque no ves con claridad a través del vidrio templado tu cerebro hace horas extras para que espabiles.
Cada vez estás más alerta.
No puede ser.
.
.
.
Los CÍCLOPES no existen.
.
.
.
Al menos no en el universo como lo conocemos ahora.
.
.
Escuchas una voz profunda, gutural, casi animal.
“No está aquí”.
“Debe estar, el Gran Maestre dice que lo ha visto llegar”.
“El impostor no está”.
«El impostor ha huido».
.
.
.
Te escondes justo en el momento que uno se gira hacia la ventana desde donde les espiabas.
.
.
El miedo tiene tus piernas clavadas al suelo pero, sin entender lo que ocurre, tu cerebro se ha puesto en modo supervivencia.
Tienes a todas las neuronas haciendo esfuerzos extra por unir los puntos.
.
.
Tu mente tiene una conversación a dos bandas.
“El impostor no está!! ¿Realmente ha dicho eso?”.
«El Gran Maestre?».
«Olvídate del impostor y del Gran Maestre!!! Cíclopes tío!!!».
.
.
Vale, VAle, VALE!!!
.
.
Da igual, no sabes lo que está pasando.
No quieres saberlo.
Prefieres no quedarte a preguntar.
Con el mayor sigilo que puedes saltas del balcón.
.
.
Por suerte no está muy alto y los setos amortiguan la caída.
Te escabulles con escalofríos por todo el cuerpo.
.
¿Será esto el sentido arácnido de Spiderman?
Que tontería.
Yo no soy Spiderman.
Solo soy la persona que mejor escribe del mundo y venía a recoger un premio.
.
.
.
Miras a tu alrededor.
.
.
.
Hay sombras que se mueven y no eres capaz de hacer que te deje de temblar el cuerpo, en una mezcla entre frío y terror.
.
En realidad es la adrenalina inundando tu torrente sanguíneo.
Preparándose para luchar o huir.
.
Tu mente calibra todo lo que ocurre a máxima velocidad.
Algo te dice que tu bienestar físico depende de que salgas de esa casa.
TU VIDA!
.
Miras hacia la reja por la que entraste hace sólo un par de horas, pero ves movimientos y temes encontrarte con algo peor.
.
.
BROMEAS?? Qué podría ser peor que un cíclope?
En las películas se comen a la gente…
.
.
Ñam!
.
Escalofrío.
.
.
Entonces lo ves.
Un jardín bastante denso y oscuro donde seguramente estarás a salvo de las miradas.
Al menos hasta que decidas qué hacer.
.
Y puede que incluso al otro lado encuentres una salida de esa maldita casa.
Intentas caminar en silencio.
Resguardándote entre las sombras.
Y te escabulles por un pasillo de cipreses.
.
.
Curiosa elección.
Antes pensabas que los cipreses solo se usaban en los cementerios.
Por lo visto ahora también se usan en los jardines de las casas donde envenenan a la gente cíclopes gigantes devora copywriters.
.
.
De repente una pared te obliga a girar a la derecha y, otra más a la izquierda.
.
.
Es un maldito laberinto?
Dónde me he metido?
.
.
Empiezas a pensar que además parece ser que el ciprés también se usa en los laberintos de las casas de los cíclopes devora copywriters.
.
.
Eso fue hace más de 15 minutos.
Has girado 100 veces a la derecha.
Y otras 1000 a la izquierda.
O más.
.
.
Y no parece que estés más cerca de la salida.
.
.
Pero lo que te preocupa no es eso.
Según parece que te adentras en el laberinto cada vez huele peor.
Y estás pisando algo que es crujiente y pegajoso al mismo tiempo.
.
.
Demasiado para que no sea algo a tener en cuenta.
Piensas en los cadáveres de otros copywriters que nunca salieron de ahí.
Pero es imposible.
.
.
.
O no.
.
.
.
De repente escuchas con claridad pasos al otro lado del la pared del laberinto.
.
.
.
En tu cabeza todo suena loquísimo.
Pero te ha parecido escuchar un bufido.
.
.
Ha llegado el momento de decidir y sabes exactamente qué debes hacer.
Tú decides.
Te escondes.
Intentas huir.